PRINCIPIOS DE LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA PERPETUA

1. La Adoración Eucarística Perpetua (AEP) es mantenida principalmente por fieles seglares que adoran el Santísimo Sacramento, expuesto en una custodia, día y noche, todos los días del año, sin interrupción.1

2. La AEP es un don de Dios para su Iglesia y para este tiempo. Don que cuando es acogido aporta ingentes beneficios a la comunidad y se vuelve una continua fuente de frutos y de gracias.
Siendo que los adoradores se comprometen a adorar en continuidad, la adoración no debe ser percibida como una devoción privada sino como «una oración que abarca a todo el mundo, un servicio eminente a la humanidad».2

3. La AEP no es un movimiento particular promovida por algunos pocos sino que constituye una acción de la Iglesia, pedida y recomendada por el Magisterio.3

4. Por tanto, pertenece a toda la Iglesia y de ella forman parte todos los movimientos y realidades eclesiales.

5. La AEP puede ser establecida bien en una diócesis, cuando es pedida por el Obispo, bien en una parroquia cuando quien lo hace es un párroco.

6. La AEP no viene a suplantar otras formas de adoración ni a quitar de otros lugares la adoración que ya existe. Por el contrario, lo demuestra la experiencia, donde hay adoración perpetua se potencia la adoración al Santísimo en otros lugares de culto.

7. La capilla de AEP es un oasis de paz donde las personas acuden para recibir nuevas fuerzas respondiendo al llamado: "Venid a Mí, todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os daré descanso” (Mt 11:28), y para abrir una brecha en el ajetreo cotidiano para encontrar el sosiego y la paz que viene de la Presencia divina. « Detente y reconoce que yo soy Dios » (Sal 46:11).

8. Los adoradores son invitados a comprometerse con una hora semanal de adoración. Gracias al compromiso continuo la capilla de adoración permanece abierta a toda persona en cualquier momento. Los adoradores, como celosos custodios de la Eucaristía, aseguran que el Santísimo Sacramento no esté nunca solo.

9. Por medio de la Adoración Perpetua, desde su Morada Eucarística, el Señor llama a todas las personas, sin exclusión alguna.

10. Las personas son llamadas a formar parte de la AEP, respondiendo libremente al primer mandamiento: “Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo rendirás culto” (Mt 4:10). Para cada adorador además se verifica que “La adoración fuera de la santa Misa prolonga e intensifica lo acontecido en la misma celebración litúrgica”4.

11. La cadena ininterrumpida de adoradores tiene como único motivo y último propósito que el Santísimo Sacramento sea adorado día y noche. Por medio de la AEP la comunidad tributa al Señor gran honor y gloria porque “digno es el Cordero que fue inmolado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza” (Ap 5:12) y de ser incesantemente adorado por todo lo que él hizo para nuestra salvación (Cf Ap 5:9).

12. Aún cuando las personas son invitadas individualmente, al participar de la misma adoración, el destino es volverse una fraternidad eucarística, y así son llamados a conformar una comunidad de fe y de amor en torno a Jesús en la Eucaristía, sacramento y vínculo de unidad.

13. La adoración desde el silencio resalta la majestad de la divina presencia (shekina) y posibilita el clima de meditación y de respeto hacia los adoradores. El silencio también favorece la intimidad y la escucha del Señor así como un auténtico encuentro con Él.

14. Las personas que asumen la función de coordinación están siempre al servicio de la Iglesia. Ellas cuidan de la buena marcha de la AEP asegurando que la adoración nunca se interrumpa y, al mismo tiempo, participan, secundando al sacerdote, de la formación de los otros hermanos adoradores.


1 Excepto durante el Viernes y el Sábado Santos y cuando se celebra la Misa en el capilla.
2 Carta de Mons. Albert Houssiau, Obispo de Liege, por el 750 aniversario de la fiesta de Corpus Domini.
3 Cf. Carta de la Congregación para el Clero alentando la maternidad espiritual para los sacerdotes por la adoración continua. AEP había sido ya recomendada en Redemptionis Sacramentum (#134, 136, 140, 141) y Sacramentum
Caritatis (# 66, 67).
4 Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, # 66.

Cómo actuar en caso de no poder acudir a tu turno.

En general todo se resuelve con un par de llamadas.

  • Busca entre tus conocidos, amigos o parientes quien pueda sustituirte.
  • Si no encuentras a nadie, llama a algún adorador de tu mismo turno y asegúrate que al menos habrá un adorador en tu hora.
  • Si no encuentras ninguno busca entre los adoradores de tu misma hora de los otros días de la semana para permutar la hora o pídele al de la hora anterior o bien al de la siguiente que haga una hora adicional por ti. Es preferible el caso de permuta porque el otro toma tu hora y tú la suya.
  • Si aún después de aquellos intentos no has encontrado quién te reemplace entonces llama a tu responsable de hora.

PAUTAS PARA LOS ADORADORES

  • Adora a tu Señor en silencio. En el silencio del corazón Dios nos inspira y de ese modo nos habla. El silencio permite también respetar el diálogo íntimo y la oración de los otros.
  • Puedes pasar tu hora santa de adoración come lo desees, recordando siempre que estás ante la presencia de tu Señor y Salvador. Sugerencias: Puedes leer un pasaje del Evangelio (en la capilla habrá algunos ejemplares del Nuevo Testamento) o bien traer tu Biblia y alabar al Señor con algún salmo (p. ej. 145, 146, 147,.. o el maravilloso salmo 104) o con el Canto de los tres jóvenes (Daniel cap. 3 versículos 52 e siguientes) o simplemente alabarlo espontáneamente. El Señor es digno de toda alabanza, honor, gloria y acción de gracias. Agradécele por los beneficios recibidos, por el don de tu vida y por de los otros, y por todos tus amigos, familiares, por cada cosa y sobre todo por esta gracia inmensa de poder adorarlo día y noche en esta capilla. Verás tú mismo cuántas son las cosas por las que debemos agradecer y alabar a nuestro Dios. Puedes también hablar con Él, contarle tus problemas (claro que Él los conoce pero se complace que tú se lo digas y busques en Él la solución, la luz, la respuesta). Seguramente tendrás muchas personas por las que interceder. Recuerda que con tu adoración puedes reparar los sacrilegios, blasfemias, ultrajes e indiferencias cometidos contra Dios, y todas las ofensas contra la Santísima Virgen y los santos. Desde luego, puedes sencillamente contemplarle en tu silencio, dejándote abrazar por su amor y recibiendo su paz. Puedes también rezar el Rosario, que es como contemplar a Jesús con los ojos y el Corazón de María. Recuerda siempre che el Jesús que tú contemplas es el mismo que está realmente delante de ti. Y así, por ejemplo, cuanto medites el primer misterio gozoso ten presente que ese Jesús que está delante de ti es el mismo que se encarnó en el seno de la Virgen María. Así también el que fue llevado por María a la casa de Isabel o el que nació en Belén...
  • La hora que tú pasas con el Señor no se mide en minutos sino en gracias, bendiciones, protección, frutos, mayor intimidad y conocimiento de Dios. Esa hora el Señor la bendice y multiplica en beneficios incalculables, esa hora que tú le ofreces a Dios tiene valor de eternidad, es tu hora santa.
  • Dijo el Santo Padre Benedicto XVI: “Sin adoración no habrá transformación del mundo...Adorar no es un lujo, es una prioridad”. Ten presente que si la capilla puede estar siempre abierta, día y noche, también lo estará para todo aquel que quiere a cualquier hora del día o de la noche entrar y quizás, recibir la Gracia de la misma salvación (abundan los testimonios de personas que se encontraron con Dios porque la iglesia estaba abierta). Esto puede suceder porque tú constituyes ese eslabón de la cadena de amor y adoración que lo hace posible. Que esto sea siempre un motivo de alegría y un aliciente más para tu fidelidad en la adoración.
  • En la capilla hay algunos libros y opúsculos con oraciones que te podrán ayudar en aquel momento. Trátalos con cuidado.
  • puntual a tu cita con Dios. Si por algún motivo prevés que no podrás venir a tu hora, busca alguien que pueda sustituirte. Para ello se te suministrarán los números de teléfono de los adoradores de tu misma hora. En ningún caso, el Señor expuesto en el Santísimo Sacramento, debe quedarse solo. Siempre debe haber al menos un adorador en su presencia.
  • Si prevés ausentarte y estás solo/a en esa hora, para sustituirte puedes buscar entre tus conocidos, parientes o amigos, o bien alguien de la misma hora de otro día de la semana. Si ni siquiera así encuentras quien te reemplace avisa con tiempo a tu coordinador de hora. Recuerda que para facilitar el buen orden es muy aconsejable que tú mismo/a encuentres el sustituto.
  • Si no estás solo/a en tu hora y debes ausentarte asegúrate antes que haya alguno de los adoradores de tu hora al menos presente. Si así no fuese, debes buscar quien te reemplace, como se explicó en el punto anterior, sin esperar que lo haga otro.
  • No olvides firmar el registro de presencias y de indicar la hora de ingreso y la de salida. En caso de sustitución debe también hacerlo quien viene a sustituirte. Este registro le será presentado al Señor durante la Misa aniversario de la Adoración Perpetua.